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Cuenta la leyenda que un niño, llamado Ivuhc tenía un pequeño jardín y en él había sembrado unos bulbos de tulipán que le había regalado su tía.

 

 

 


                                                   

                                                     

 

 

 

 

 

 

La madre de Ivuhc, desde la puerta había observado todo lo sucedido y puso una mano sobre el hombro de su hijo y empujándolo suavemente lo acompañó hasta Rolf.

Rolf agachó la cabeza, encogió los hombros y cerró los puños, su gesto enfadado y triste delataba que no había pensado demasiado las consecuencias de un acto del que no tardaría en arrepentirse, pero sus palabras fueron:

- ¡Ya está! ¡Esas flores tontas ya han sido protagonistas demasiado tiempo!

Ivuhc, cogió los tulipanes entre sus manos y comenzó a llorar, todo el cariño que había puesto en ver crecer a sus plantas parecía no haber servido para nada.

 

Rolf, entendió entonces que había hecho daño a Ivuhc sin haberle tocado. Había herido algo que Ivuhc apreciaba, algo que Ivuhc quería. Entonces, aflojó sus puños y comenzó a temblar, tenía un sentimiento que no había tenido hasta entonces, era el arrepentimiento.

 

Una fuerza le llevó a abrir los brazos y a estrecharlos en torno a Ivuhc, ahora sentía dolor verdadero por su compañero, él le había invitado, de entre todos sus compañeros él era uno de los pocos, y su comportamiento había sido bastante penoso.

 

Desde ese día Rolf se convirtió en el mejor amigo de Ivuhc y le acompañaba cada tarde a regar sus tulipanes.

 

El Jardín de Ivuhc

Pasadas unas semanas los tulipanes comenzaron a

brotar, Ivuhc se sentía muy orgulloso de su trabajo,

la constancia del riego había dado sus frutos y sabía

que pronto florecerían.

Unos días más tarde, los tulipanes estaban a punto de abrirse. Ivuhc emocionado, había invitado a varios de sus compañeros para que disfrutarán con él de ese mágico momento.

Pero no todos sus compañeros parecían querer disfrutar de lo mismo que Ivuhc. 

Rolf, un niño que habitualmente se burlaba del amor desmedido de Ivuhc por los seres vivos, miraba con envidia los tulipanes y pensaba:

- ¡Estúpidas Flores! ¿Acaso os creéis tan importantes como para que tengamos que venir a saludaros?

En un momento de descuido, cuando los chicos se acercaron a merendar un bizcocho que había preparado la madre de Ivuhc, volvió al jardín y arrancó de raíz los tulipanes y los lanzó contra la pared.

Cuando los chicos volvieron al jardín, vieron las manos de Rolf llenas de tierra y no pudo negar lo ocurrido.

Lo que Rolf no sabía era que Ivuhc no  quería enseñarles sus flores para presumir, sino, porque quería compartir ese mágico momento con las personas que él consideraba sus amigos.

Ivuhc, miró sus tulipanes con dolor. En ese momento, algunos de los niños que estaban allí comenzaron a increpar a Rolf.

De pronto una lágrima brotó de los ojos de Rolf y cayó

en el tulipán, como por arte de magia, el tallo partido

se enderezó y los pétalos aplastados recuperaron su forma.

Ivuhc levantó la mirada y abrazó a Rolf, se dió cuenta

que el gesto de su compañero había devuelto la forma a

sus flores y ahora eran más hermosos que antes.

La madre de Ivuhc, trajo una pequeña azada y replantaron

los tulipanes.

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