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¿Jugamos?

Lo que pasa en el juego queda en el juego

Los cachorros juegan a cazar y aprenden así las bases de la técnica. El juego es parte de la historia: el ajedrez tiene miles de años y los Juegos Olímpicos, otros tantos. Los niños juegan en el patio a superhéroes, al fútbol o en los columpios, con las cartas, los cromos o los muñecos, con tableros o vídeo juegos. El juego es parte de la vida. ¡Incluso las empresas premian nuestra fidelidad mediante juegos de puntos!

El juego es una realidad paralela que nos permite practicar sin miedo a equivocarnos

Es como un colchón que nos recoge si nos caemos. Lo que pasa en el juego queda en el juego. Es el entorno perfecto para que aprendamos, porque podemos experimentar y ensayar acciones.

Cuando olvidamos el juego en nuestras vidas perdemos esa red de emergencia, aparece el miedo, la desesperación y el fracaso. Podemos enseñar con miedo, por ejemplo cuando tienes que aprender por no suspender. Pero cuando no exista ese temor, cuando no tenga que enfrentarme a exámenes, no aprenderá. Si se consigue aprender porque gusta, porque parece divertido, finalmente se conseguirá la autonomía de aprendizaje. El juego despierta las ganas de conocimiento.

Por eso tenemos que jugar, en las aulas, en casa, en la vida, creando el entorno que me lo permita.

Los juegos desarrollan el ámbito emocional

Es un buen contexto para practicar la tolerancia a la frustración, ahora que se habla mucho de resiliencia, habrá veces en las que se pierda y tendrá que aprender estrategias para controlar ese sufrimiento que puede provocar la derrota, y deberá practicar la derrota con dignidad.

También tendremos otras ocasiones en las que nos podremos apiadar de otro jugador (si lo permiten las normas) o implicarnos a nivel social, y muchas veces necesitaremos colaborar con otros jugadores para conseguir nuestro objetivo.

En el juego tendremos que aprender a esperar un turno, a respetar unas normas y a explicarlas a otros jugadores, con el ejercicio que conlleva esto. Tendremos que desarrollar una estrategia y por supuesto impulsar la imaginación en el contexto de una narrativa que nos lleve a ese lugar mágico en el que se realiza el juego.

Y sin olvidar el aspecto cognitivo, de control espacio-temporal, cuando tengamos que distribuir piezas o secuenciar mentalmente los pasos que vamos a llevar a cabo para llegar a nuestro objetivo.

También hay que recordar que el juego implica libertad, el que hace trampas y el que juega obligado no están jugando.

En la mesa y en el juego se conoce al caballero, decía el refranero español y que gran verdad encierra. Pues todos estos aprendizajes que desempeñamos serán herramientas que podamos utilizar transversalmente en otros ámbitos.

Una sugerencia para los padres y los profesores

Los niños quieren jugar y quieren que sus padres jueguen con ellos. Porque somos su referente, no dejemos de aprovechar esta oportunidad y disfrutemos este magnífico contexto que nos brinda el juego de pasar tiempo con ellos disfrutando y -sin darnos cuenta- estimulándoles para ser mejores personas.

Juan Antonio Sánchez

Orientador

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