Apreciado don Casimiro, le escribo como parte de una tarea de un curso que estoy realizando de Habilidades y alfabetización emocional, en el mismo nos pedían recordar a un profesor, que nos marcara positivamente en nuestra vivencia estudiantil y no pude por menos que pensar en usted.
Recuerdo su cercanía, su interés por cada uno de nosotros, su simpatía, sus anécdotas... Y que ahora como docente le tomo por referencia.
Seguramente mis clases sean muy distintas a las suyas, empezando por las materias que yo imparto y las que usted me daba. Pero aprovechando el momento de reflexión que nos brinda el curso me puedo permitir el valorarlo, hacer autoevaluación y poder pensar en esas debilidades y fortalezas para poder reducir unas y apoyarme en otras.
También pienso en cómo nos ha hecho reconstruirnos el confinamiento y la educación a distancia, de imposición tan precipitada que hemos tenido. Lo cierto es que ha sido un gran desafío que creo hemos podido afrontar con éxito. Ahora, después de haber dado clase tras una pantalla, se nos presenta otro nuevo reto, el de educar a través de una mascarilla y lo cierto es que está resultando complicado, ya que supone una serie de nuevos dificultades añadidas, al respirar, al hablar, en el control de la clase, pero que nos hará llegar a nuevas oportunidades de descubrimiento y podremos continuar llegando a nuestros alumnos.